Hace ya muchos meses que el Pingo, el perro que en teoría cuida la casa de ustedes, hizo su aparición en esta columna para decir todo lo que piensa y mucho más.
En todo ese tiempo el mentado animal ha gozado de un cuasi monopolio, interrumpido a veces por la iguana verde, un reptil que llega a la que es su casa (de usted, amable lector o lectora) y aparte de comerse las flores mete su cuchara en torno a los profundos temas que se traten en este espacio.
Ambos personajes de la vida real (en mi blog personal –www.oscardavismtz.blogspot.com- puede usted ver sus fotos, porque son reales, de carne, hueso y un pedazo de pescuezo) han tratado a detalle la política local y, sobre todo, a los políticos morelenses, que por cierto no son de sus simpatías.
Pero a pesar de que esta columna promueve la equidad de género, siempre han sido voces masculinas las que aquí se expresan (las del Pingo, las de la iguana, que en realidad es iguano, y la minoritaria de su servidor) lo que a partir de ahora parece que cambiará, porque recientemente llegó a nuestras vidas Darketa, una perra salchicha casi niña, que ha irrumpido en la casa de ustedes con toda la energía de la juventud.
Por su misma edad, ella no aporta muchas cosas, excepto su eterna curiosidad y su deseo de saber cómo funcionan las cosas y para que sirven.
El animalito llegó a la casa de ustedes por casualidad. Alguien la vio en la cale cuando la iba a atropellar un auto. Al parecer se le perdió a sus amos y estaba desorientada y en peligro.
Después de exhibirla por medio pueblo y de preguntar con todos los veterinarios no fue posible reintegrarla a su hogar, pero en la casa de ustedes parece que nació, por lo rápido que se aclimató y la forma en que ahora reina a sus anchas.
Y ahora, uno de estos días, participará en las tertulias de Pingo y la iguana verde, que siguen entercados en averiguar porque, si los políticos han demostrado ser tan dañinos para la sociedad, los humanos normales aún los soportamos y les pagamos lo que les pagamos.
Ya les contaré.