No estamos solos, pero no es consuelo
Pido una disculpa, porque ayer no se publicó esta columna. Fueron problemas de energía –eléctrica, por supuesto- pero mientras tuvimos la oportunidad de leer los siguientes párrafos que quiero compartir con usted, que describen al sistema político:”
1) la población no se siente en absoluto representada por una clase política que se comporta como una casta predatoria o parasitaria; 2) el poder siempre se ejerce en beneficio privado de sus redes clientelares con excluyente sectarismo; 3) los niveles de flagrante corrupción política son ciertamente escandalosos dada su patente impunidad; 4) no existe imperio de la ley ni cultura de la legalidad porque la justicia está politizada y subordinada al poder político; y 5) las instituciones carecen de autoridad legítima porque el poder siempre está personalizado a escala tanto estatal (presidencialismo) como local (caciquismo).
Enrique Gil Calvo publicó lo anterior en España (en el periódico El País del pasado lunes) y hace una comparación entre los gobiernos africanos y su propio gobierno o el de Italia. Pero ¿verdad que se parece mucho a lo nuestro?
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