La forma es fondo
Anteriormente, el honor y la dignidad eran valores que se apreciaban mucho en la política. Claro, en la época del PRI esa apreciación era ejercida hipócritamente, porque no les daba pena robar, sino que los agarraran, pero en general los políticos buscaban preservar su imagen, que generalmente cultivaban para que la gente los considerara cultos, amables, corteses y no sé cuántas cosas más.
Luego llegó la época de los políticos golpeadores, a los que les valía muy poco lo que la gente dijera de ellos. De esa camada son Manlio Fabio Beltrones, José Guadarrama Márquez y otros políticos que forjaron su carrera a base de ganarse a pulso toda clase de motes y calificativos, mientras ellos siguieran enchufados a alguna nómina federal.
Por supuesto, en Morelos tenemos nuestra propia lista, en la que figuran personajes como Luis Manuel González Velazquez, por ejemplo, que va a todas y la ignominia es una parada recurrente en su currículum.
Y eso era en los tiempos del PRI. Actualmente la alternancia en el poder y la eterna búsqueda de la democracia nos ha llevado a que ese precepto, el de la imagen se haya perdido para siempre.
A los políticos ya no les importa guardar las apariencias de nada.
Y no importa la jerarquía, pues Sergio Estrada enfrentó el juicio de la Historia -que pensaba no existía- desde su cambiante estado de ánimo y de ideología. Hoy quiere recuperar la imagen que llegó atener cuando ganó su primera elección, pero los agraviados que dejó por el camino difícilmente lo permitirán.
En política la forma es fondo, según el dictamen de Jesús Reyes Heroles y hoy los políticos no guardan el fondo, menos la forma. Y eso, quiérase o no, ha contribuido a que se acelere la descomposición de la política.
¿Qué por que decimos esto? Si me leen mañana lo sabrán.
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