De regreso a sus cuarteles
Durante el conflicto magisterial, los grupos más radicales del panismo estatal usaron la coyuntura para salir a la luz pública y mostrar su capacidad de movilización.
Arropados en infinidad de membretes que no son más que eso, los ultras salieron a las calles y repitieron sus movilizaciones en el proceso electoral del 2009, seguros de que se consolidarían en el papel que ellos mismos se atribuyen.
Sin embargo, los electores dijeron otra cosa y los mandaron a su casa, con una espantosa derrota que mostró el nivel de hartazgo que provocaron con sus excesos.
Por supuesto, lo mismo debe decirse que le pasó al PRD local, que pagó por el saqueo que cometieron sus ediles. Los únicos que no pagaron fueron, precisamente, los ediles saqueadores (incluido el que recibió como premio una diputación).
Pero seguimos con el PAN: los grupos radicales encontraron en la calidad de los asesores de Manuel Martínez Garrigós el pretexto para salir de nuevo a la calle, ahora de la mano de las huestes graquistas, que no perredistas.
Y se les ha visto la misma enjundia con la que se fueron encima de los profesores que realizaron un largo paro de labores. Hoy protestan contra el incremento al predial, contra las consecuencias de las obras públicas mal planificadas y contra todo aquello que les indiquen sus altos mandos, que parecen no ser ya los altos mandos del panismo.
El tropezón del miércoles les dolerá, porque se verán obligados a frenar sus ansias de estar en la calle, bajo riesgo de ver rudas reacciones del PRI.
Pero más allá de eso, la forma en que hicieron acto de presencia al despuntar el 2011 muestra que no aprenden de sus propios errores, porque utilizan las mismas técnicas que no les dieron un solo voto en el 2009. Al contrario.
Por lo pronto, la espera a la que deberán someterse les parecerá larga y asfixiante, pero tienen que acatarla para no agravar las cosas.
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