Quejas y reclamos
Ya he recibido varias quejas sobre el relato de la investigaciones de Pingo (el perro que en la casa de usted se siente el amo y que además tiene inclinaciones de politólogo) y de la iguana verde (su compañera en esta aventura).
Un indignado lector -con parientes en la política- señalaba que en la columna de ayer se mencionaba que Pingo descubrió el poco tamaño del cerebro de los políticos.
El reclamante dijo que eso no podía ser cierto, pués "se necesita inteligencia para dedicarse a la política".
Otros reclamos han versado sobre "las conclusiones apresuradas" de la autopsia a la que fue sometido el perro de un político, porque "no se pueden extrapolar los resultados".
Ya se lo mandé decir a Pingo pero estaba ocupado en la preparación de una posada y creo que responderá cuando tenga tiempo (como les he dicho en varias ocasiones: acercarse tanto a los políticos trae consecuencias, como para él, que tiene ya un tono de soberbia) pero mientras les platicaré que a mi pobre entender Diego Fernández de Cevallos no aprovechó su terrible experiencia -que a nadie se le desea- y es el mismo hombre de siempre, lo que es una lástima). (Casualmente eso ratifica algunas de las conclusiones a las que llegó el Pingo.
Por otro lado, me llamó la atención de que el presidente del país se indignó por la muerte de esa pobre señora que en Chihuahua pedía que la justicia se le aplicara al asesino de su hija. Sin embargo, esa infortunada mujer acudió alguna vez a Los Pinos a presentar su historia y no fue atendida, por lo menos no por quién ella quería y que ahora la compadece.
Historia verídicas.
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