En lo que nadie se fija
Alejandro Villarreal Gasca ha confirmado que aspira a gobernar Morelos. Se une a la lista que encabezan Manuel Martínez Garrigós, Graco Ramírez Garrido Abreu y Adrián Rivera Pérez, los que primero dijeron que querían.
La lista tiene más nombres pero, excepto quizá Jesús Giles Sánchez, son de relleno, de gente que le tira en realidad a ser tomada en cuenta en cualquier otra chamba menor para no tener que trabajar otros tres años. Varios de ellos se sacaron la lotería sin comprar boleto e incluso hay gente que no tiene ningún soporte real pero ya aprendió a hacer ruido, mucho ruido.
Sin embargo, en unos cuantos meses esa lista se va a depurar y quedarán sólo quienes tienen un peso específico en los partidos cuya representación ansían.
Por la cantidad de aspirantes y falsos aspirantes, el proceso de elección de gobernador dejará muchos agraviados y resentidos. Tantos, que modificarán de manera dramática la estructura partidista en la entidad.
No dudo que a raíz de eso surgirá por lo menos un nuevo partido local, luego de que hace años se extinguió aquel que fue fundado con recursos públicos por los hermanos Marley y Alberto Tapia Fernández.
La estrategia del Partido hasta hace pocos días llamado Convergencia por la Democracia está encaminado a bloquear salidas ciudadanas, ya que ofrecerá candidaturas a quienes las quieran, pero no en algo tan simple como eso, sino quizá a quienes se pongan a la altura, esto es, a quienes cooperen con la causa.
Por supuesto, el engaño es burdo porque las primeras posiciones plurinominales serán para los dueños de la franquicia. Pero hay ciudadanos que tienen la ilusión (o sea, que son unos ilusos) de cambiar el estado de cosas desde dentro y consideran ser capaces de congregar a los votantes en una nueva dirección.
Cuando haya pasado el proceso electoral, se ratificará una vez más que los partidos todo lo controlan y que las elecciones no se ganan con el voto libre de los ciudadanos, sino con ingeniería electoral, esto es, con cálculos mañosos y acarreos cuidadosamente organizados para no dejar huella -o por lo menos no tanta- pero sí para aportar los votos mínimos necesarios para ganar.
Es que eso es todo lo que les importa a quienes manejan los partidos políticos: ganar.
Los ciudadanos no somos una prioridad -nunca lo fuimos- pero si eso lo saben, y actúan en consecuencia, aquellos que quieren la gubernatura quizá se puedan sensibilizar un poco. Por lo menos, soñar no cuesta.
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