Pura envidia
Hoy creo que es necesario transcribir casi en su totalidad una nota del periódico español El País:
"La industria nacional tiene en mí a una aliada, una socia consciente de las dificultades, pero también de la potencialidad de nuestro sector productivo", les confió. Según ella, "se ha iniciado una cruzada en defensa de la industria (aquí suprimí la palabra original, para no dar pistas) ante un mercado internacional con una competencia que, la mayoría de las veces, es desleal y voraz".
"A quienes piensan que en un momento de incertidumbre internacional lo mejor es no actuar y esperar a que pase la ola, yo les respondo, amparada en la experiencia que vivimos en 2008 y 2009, que es justamente en un momento de tensión mundial cuando tenemos que demostrar, además del indispensable buen sentido, una buena dosis de osadía".
Quien dice esto señala que su gobierno "privilegiará el crecimiento de la economía conjugado con la inclusión social". Tampoco "renunciará al control de la inflación ni a la responsabilidad fiscal".
Por supuesto, todo lo anterior no fue dicho para México ni por un gobernante mexicano, sino por la presidenta de Brasil Dilma Rousseff, un país cuyos habitantes han visto de manera auténtica un milagro económico y no como nosotros, que sólo non lo han platicado.
Para colmo, le han hecho ofertas para que Pelé regresé a jugar futbol en partidos oficiales.
Por cierto, el plan económico para incentivar a las industrias brasileñas incluye una exoneración de impuestos de unos 16.000 millones de dólares, créditos inmediatos de un 3% sobre las exportaciones de bienes manufacturados, con una renuncia fiscal estimada en 5.000 millones de dólares”. Así dice la información y así lo consignó. Hasta parece en otro planeta.
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