jueves, diciembre 30, 2010

Las buenas intenciones

 Estamos ya a unas horas de que se extinga el año que corre. Por supuesto, los chinos, los judíos, los rusos, los japoneses y sabrá Dios cuántas personas más ni sudan ni se acongojan, porque usan otro calendario.

Pero nuestro reloj marcará dentro de poco un nuevo inicio, que sirve de marca, de referencia, sobre todo para un montón de buenas intenciones observadas apenas unos cuantos días, si acaso algunas semanas.
La mayoría de esas intenciones son cuestiones de cada quien y de su propia fuerza de voluntad. El problema es cuando las hacen los hombres públicos que tienen en sus manos el destino de la sociedad.
Y esas buenas intenciones tampoco duran, sólo crean expectativas nunca resueltas, y hoy nuevamente tienen la ocasión de soltar su rollo de promesas con motivo del nuevo año, porque no entienden que los ciudadanos ya no están para soportar, pero ellos le siguen. 
Por otro lado, apenas ayer descubrí una esquela perdida en las páginas de un periódico nacional, que daba cuenta del deceso del músico Zeferino Nandayapa, quien el martes dejó de existir.
Tuve la fortuna de conocerlo (aunque sea de lejecitos) y escuchar la forma en que dominaba a la marimba. Llegué a platicar también con alguno de sus hijos, quienes estaban lejos de tener aires de estrella, pese a que su padre y el grupo que creó eran verdaderas estrellas, ampliamente reconocidos en los mejores escenarios del orbe.
Lástima. Uno menos. Los grandes talentos de nuestro país se apagan poco a poco, con el riesgo de que se dé una ruptura generacional que impida reponerlos.
No podía dejar que se acabara el año sin hablar de ese señor.
Por lo pronto, agradezco sinceramente a todas las personas que contribuyeron a que 2010 fuera un buen año para su servidor.
Por supuesto, gracias también a Pingo y a la iguana verde, extraños compañeros de viaje de esta columna, que felizmente siguen de vacaciones.

miércoles, diciembre 22, 2010

Creo que tienen razón




Sensibilidad es, según una definición del diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, la facultad de sentir, propia de los seres animados o la propensión natural del hombre a dejarse llevar de los afectos de compasión, humanidad y ternura.De acuerdo a los hallazgos de Pingo y de la iguana verde (que en días pasados destazaron al perro de un político para ver qué tenía por dentro -con la ingenua creencia que el perro del político y su amo pueden tener lo mismo en su interior- y sacar conclusiones que sirvieran a la ciencia) por ningún lado le encontraron a su motivo de estudio el órgano de la sensibilidad 8ellos piensan que existe algo así)  y por lo tanto al no estar dotados de algo tan necesario, los políticos son como son.Aunque usted y yo sabemos que los audaces investigadores parten de una base no del todo acertada, también nos consta que los políticos son de otra especie y que, efectivamente, no tienen ninguna sensibilidad.Por lo tanto, aunque no tenía corazón para decirle al Pingo que el libro que piensa escribir sería una colección de obviedades,  a veces pienso que dentro de su enorme ingenuidad efectivamente él ve cosas que nosotros no vemos, o que dejamos de percibir, insensibles como nos han hecho –después de tanto abuso- nuestros políticos.

Quejas y reclamos

Ya he recibido varias quejas sobre el relato de la investigaciones de Pingo (el perro que en la casa de usted se siente el amo y que además tiene inclinaciones de politólogo) y de la iguana verde (su compañera en esta aventura).

Un indignado lector -con parientes en la política- señalaba que en la columna de ayer se mencionaba que Pingo descubrió el poco tamaño del cerebro de los políticos.
El reclamante dijo que eso no podía ser cierto, pués "se necesita inteligencia para dedicarse a la política".
Otros reclamos han versado sobre "las conclusiones apresuradas" de la autopsia a la que fue sometido el perro de un político, porque "no se pueden extrapolar los resultados".
Ya se lo mandé decir a Pingo pero estaba ocupado en la preparación de una posada y creo que responderá cuando tenga tiempo (como les he dicho en varias ocasiones: acercarse tanto a los políticos trae consecuencias, como para él, que tiene ya un tono de soberbia) pero mientras les platicaré que a mi pobre entender Diego Fernández de Cevallos no aprovechó su terrible experiencia -que a nadie se le desea- y es el mismo hombre de siempre, lo que es una lástima). (Casualmente eso ratifica algunas de las conclusiones a las que llegó el Pingo.
Por otro lado, me llamó la atención de que el presidente del país se indignó por la muerte de esa pobre señora que en Chihuahua pedía que la justicia se le aplicara al asesino de su hija. Sin embargo, esa infortunada mujer acudió alguna vez a Los Pinos a presentar su historia y no fue atendida, por lo menos no por quién ella quería y que ahora la compadece.
Historia verídicas.

lunes, diciembre 20, 2010

Y ahora, el cerebro

La historia de la investigación que Pingo y la iguana verde (habitantes infaltables de esta columna) hicieron para conocer como es un político por dentro realmente es una decepción, porque ese par de curiosos animalitos no sabían previamente  nada de anatomía y fisiología, y, aparte, concluyeron que el perro de un político (el sujeto de su investigación) era igualito que su amo, el político.

Cuando consiguieron destazarlo, como les platicaba ayer,  se llevaron la sorpresa de que sí tenía corazón, contra lo que ellos pensaban.
Pero de todo lo que vieron y llegaron a pensar hay algo en que sí le atinaron: el tamaño del cerebro.
Efectivamente -dijeron- ahora se comprende cómo es que los políticos son incapaces de trabajar para mejorar el futuro, y está resuelto el por qué de sus pensamientos simples, alejados de la abstracción, de la contemplación de lo sublime o su incapacidad para ser sensibles a las manifestaciones artísticas.
(Por supuesto, el que Sergio Estrada Cajigal se pusiera a bailar “Sergio el bailador” a la primera provocación no significa que sea sensible al arte, claro que no. El paréntesis es mío, no de Pingo ni de la iguana verde).
Al hacer una analogía entre el perro al que le hicieron la autopsia y su amo, un político de cierta raigambre popular, los “investigadores” revolvieron una y otra vez el cerebro, lo midieron y lo pesaron, porque querían estar seguros de sus conclusiones.
Y pués, bueno, su hallazgo no lo es tal porque los ciudadanos comunes y corrientes ya nos imaginábamos eso, pero su aportación es que ellos aportaron las pruebas.
Por eso –justamente-  estamos como estamos.

domingo, diciembre 19, 2010

Recuento y primeros hallazgos

Resumen de la historia: hace unos días un gusano tuvo un traspié desde las alturas y al caer en el patio de la casa de ustedes se partió el alma y algo más. Pingo (el perro de esa casa, que se siente amo y no mascota) vio intrigado el resultado de ese accidente: el gusano se abrió por la fuerza del golpe y el filosófico can pudo ver cómo era en su interior.

De allí le salió la idea de indagar cómo son los políticos por dentro (recuerde que él se siente politólogo) y su vecina la iguana verde (que también presenció el mal paso del gusano) se dijo dispuesta a colaborar con la ciencia.
Pero ambos personajes no tenían  a la mano a un político al cual examinar por dentro, por lo que pensaron –dentro de su gran inocencia- que por analogía el perro de un político les podía dar suficientes pistas, y pusieron manos a la obra.
Pingo “convenció” a uno de sus congéneres, cuyo dueño se dedica a la política, de “caerse” de su azotea, lo que provocó el efecto deseado para esa valiosa investigación.
Pingo es politólogo y por lo mismo no sabe mucho de biología, por lo que fácilmente intuyó que la fisiología de un político y de su perro son la misma cosa.
Al principio, cuando lograron tener en la mesa de operaciones (bueno, en la calle donde dio el changazo) a su sujeto de estudios, tuvieron un percance, porque un vecino creyó que cuando Pingo hurgaba con su hocico en el cuerpo inerte de la víctima en realidad practicaba un acto de canibalismo.
Como pudo, él y la iguana esquivaron las pedradas, pero luego regresaron a sus observaciones y ya preparan un libro, de cuya primicia les comenzaré a contar.
Por supuesto, la fisiología de un político no es la misma que la de su perro, por lo que el primer hallazgo fue una equivocación: al ver al pobre animal, los estudiosos descubrieron -para su sorpresa- que sí tenía corazón, ya que habían imaginado que los políticos -y por ende sus perros- carecían de ese órgano en el que tradicionalmente se cree que se esconde la piedad y los buenos sentimientos.
No se sorprendieron de ver la abundancia de caninos en los maxilares, porque suponen que son necesarios para que un político salga adelante en la vida. Les extrañó que las extremidades superiores fueran tan pequeñas y no pudieran ahuecarse, ya que pensaban que para agarrar a manos llenas todo lo que se roban necesitaban mejores instrumentos.
Por supuesto, los políticos sí están dotados de semejantes recursos, pero sus perros no.
Hubo más “hallazgos”, pero no hay espacio ya, así es que habrá que esperar hasta mañana.

martes, diciembre 14, 2010

La autopsia

Ayer les platicaba de los trabajos del Pingo (el perro que en la casa de ustedes se cree el amo) y de la iguana verde (compañera de aventuras que disfruta enormemente comiéndose las flores de mi jardín) para conocer la verdadera naturaleza de esos raros y ponzoñosos seres (descriptivas palabras salidas del hocico del Pingo) que son los políticos.

Comentaba que les habría dado gusto poder hacerle la autopsia a uno de ellos (por cierto, esa palabra significa “ver por sí mismo” y es correcto emplearla, excepto para quienes desconocen su etimología) pero a falta de medios, decidieron que el perro de un político que vive cerca de ellos (vivía) podría ser un sucedáneo para sus investigaciones, que iniciaron a raíz de que un gusano al caer en el patio de la casa de ustedes se partió… todo el tejido que lo recubre y dejó ver su interior, lo que llenó de curiosidad, asombro e ideas a esos dos seres que tanta lata dan en esta columna.
Y les comentaba que la primera parte de su tarea fue fácil, porque el ingenuo perro que serviría de experimento amaba las alturas y le encantaba ladrar y brincar en la azotea de la casa de su amo, el político.
Así es que fue cosa de incitarlo a que se acercara un poco más al borde del abismo y lo demás fue lo de menos: los curiosos investigadores tuvieron materia para adentrarse en la fisiología de un político (entendido está que en la parte que de eso le tocaba al citado animal motivo de estudio).
Y bueno, dentro de su ingenua ignorancia debo admitir que el Pingo salió muy observador, no se diga la iguana verde, especialista en críticas de altura, ya que casi nunca está al ras del suelo.
Pero bueno, el espacio ya se terminó, así es que el relato detallado de la autopsia y las conclusiones al estilo del programa de televisión gringo SCI deberán esperar hasta mañana.

lunes, diciembre 13, 2010

Los políticos por dentro

Hoy hay poco espacio, por lo que el Pingo -el metiche perro que en la casa de ustedes se siente el amo, y que actúa como tal- tendrá que aguantarse de echar su pesado rollo sobre la naturaleza de los políticos morelenses, luego de que junto con la iguana verde –otro habitante del mismo lugar, cuyo mayor placer es comerse mis flores- pudo desglosar de qué están hechos esos seres que no piensan en nadie más que en ellos mismos, sus parientes y sus cuates, a los que tienen bien atendidos desde las ubres de papá gobierno, que los mantiene desde hace muchas décadas a la mayoría y diez años para los que se visten de azul y blanco.

Todo ocurrió luego de que en el patio de la casa de ustedes un gusano verde se desplomó desde las alturas y quedó convertido en una mancha del mismo color.
Intrigados al ver las entrañas de ese ser, tengo entendido que la iguana y Pingo emprendieron experimentos para conocer de que están hechos los políticos, un tema motivo de estudio del filosófico can.
Como no tenían un político a la mano para destazarlo y ver que tiene adentro, decidieron hacer uso científico del perro de un político. El pobre animal siempre estaba en la azotea de su casa y era muy confianzudo, por lo que deduzco que no fue difícil hacer que cayera para conocer su interior…
Por falta de espacio, le seguiré mañana con este relato de ciencia… ficción.
Por cierto: mando una disculpa a los lectores de este blog por la larga ausencia, pero el exceso de trabajo me había impedido actualizarlo. me empeñaré en que eso suceda poco, o nunca.

miércoles, diciembre 01, 2010

Cómo andamos en educación

El pasado martes el periódico español El País publicó bajo el título "Examen a la educación en el mundo" (página 38) un estudio realizado por la empresa consultora norteamericana McKinsey&Company (con datos del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, UNESCO, PISA, TIMSS Y PIRLS) en la que se refleja crudamente el nivel de México y la realidad del esfuerzo educativo oficial.

Mientras el secretario d Educación Pública Alfonso Lujambio se la pasa en la organización de las fiestas del derroche (quise decir del Centenario y del Bicentenario),las cifras son terriblemente frías.
No me extenderé mucho sobre el tema, pero en cuanto a resultados obtenidos en la famosa Prueba PISA y al gasto por estudiante, México está por debajo de Malasia, Rumania, Turquía, Chile y Colombia.
Incluso Irán y Bulgaria, que no son precisamente potencias ni nada en dinero, tienen una mejor posición en el rubro que decide el futuro de los países.
La cosa es para dar pena y lamento no haber encontrado al momento de redactar la columna el enlace a ese texto.
Todas las palabras referentes al desarrollo de la enseñanza en México se estrellan allí.