jueves, agosto 08, 2013

La justicia se apiada de los malos (¿alguien lo hace por los buenos?)


Mi colega Guillermo Cinta anuncia hoy en su columna Punto y Aparte (página 6) que Agustín Montiel López ha sido liberado.

El brazo ejecutor de los designios de Eduardo Becerra y Sergio Estrada Cajigal (en ese orden) ha dejado el penal de alta seguridad de Almoloya, según nos informa Guillermo, pese a la naturaleza de los crímenes que cometió. Y muchos otros más por los que no fue juzgado.
En la época aciaga en que el PAN llegó a gobernar Morelos un amigo me buscó para despedirse, porque se iba a los Estados Unidos, donde creo que aún sigue, luego de la terrible experiencia que vivió cuando fue detenido y torturado personalmente por Montiel, por un problema que luego se supo fue de negocios y lo querían sacar (a ésta persona) del camino. Por eso obtuvo fácilmente su libertad luego de la terrible detención que vivió, porque no había delito que se le pudiera probar.
Pero el trabajo ya estaba hecho y funcionó.
Lo he escrito varias veces: mis colegas Sergio Gómez Guerra y Esther Martínez fueron detenidos por venganza, luego de que La Unión de Morelos publicó un reportaje en tres partes donde se probaba que uno de los agentes de más  confianza de Montiel López era en realidad un peligroso delincuente que se dedicaba al secuestro.
Allí están las pruebas en la hemeroteca. Sergio tiene desde entonces graves problemas de salud.
Y aquí hablo sólo de los más cercano a mi y que seguramente no es tan grave como en otros casos en los que el hombre liberado se vio involucrado.
Lejos parece quedar el justiciero 6 de abril de 2004, cuando por la tarde se confirmó que el jefe policiaco estaba detenido en la ciudad de México.
La liberación puede sumarse como una piedra más al mecanismo de la justicia, igual a la entrega de los bienes a Raúl Salinas de Gortari y a incontables casos más. Qué triste.
 

Regreso sin gloria

No hay mucha gloria en abandonar una causa. Y eso se aplica claramente a éste blog, dejado de la mano de dios por casi dos años.
En ese tiempo han pasado muchas cosas, incluida la muerte de Pingo, el perro que parecía fuente casi única de inspiración para mi columna El poder y la gloria, que se publica de lunes aviernes en La Unión de Morelos (www.launion.com.mx).
Pero la vida sigue y casi por casualidad me he topado con mi conciencia, que me exige volver a cumplir con los escasos pero perseverantes internautas que llegan a leerme.
Haré, lo prometo, m i mejor esfuerzo.