Ayer les hablé de la poca importancia que dan los políticos de ahora a la conservación de su dignidad y de su buena fama, ya que con sus acciones no pueden tener ni la una ni la otra, a diferencia de otros periodos no tan lejanos en la historia de México, cuando Copn mucha hipocresía los políticos priistas se las ingeniaban para reflejar rasgos positivos de su personalidad, a fin de que la gente los tuviera como cultos, caballerosos, diplomáticos, sagaces y cosas por el estilo.
La alternancia en el poder acabó con esas aspiraciones. A Sergio Estrada ?nuestro ejemplo de ayer- le halagaba más que la gente lo reconociera como ?Sergio el bailador? que como un hombre de Estado y en general quienes llegaron al poder a partir del año 2000 -comenzando por Vicente Fox- les importaba más que la gente los considerara ricos -luego de no serlo- que cualquier otro calificativo más brillante.
Pero ahora creo que la tendencia va a cambiar, pero me horroriza como es que se dará ese cambio.
Resulta que Pingo (el perro que en la casa de ustedes se siente el amo y cuya foto pueden ?apreciar? en el blog de su servidor) ha recibido varias visitas misteriosas y un tanto forzadas.
De hecho, alguien se lo trató de robar y le dio un buen susto. Como no hay nada oculto bajo el sol, no faltó quien nos dijera que el presunto secuestrador era el ayudante de un político muy conocido del blanquiazul. Con esa pista fue muy fácil indagar el motivo de la fechoría (en realidad les habría pagado porque se llevaran al latoso perro, pero hicieron las cosas de otra manera) y para mi sorpresa fue un intento por hacer uso de las ?cualidades? del Pingo como politólogo consumado (al menos él así se considera). En pocas palabras, lo trataban de consultar respecto a cómo mejorar la imagen del político, cuyo nombre me reservo.
Pero bueno, mañana les daré más detalles de esta historia.
0 Comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal