Sedesol
Ignoro a la hora de escribir este espacio cuál será el destino de Oswaldo Castañeda, ave de tempestades que por cuatro años campeó a sus anchas en la delegación de Sedesol.
No dudo que el panismo lo mantendrá a salvo de penurias económicas, como ha hecho desde que gobiernan.
Tampoco sé cuánto influyó en su remoción el accidente que sufrió con una camioneta oficial su mujer, aunque dicen que eso sólo fue otra mancha al tigre.
Lo que sí sé es que los programas de subsidios de la Sedesol en Morelos, que desde su origen en los tiempos de Luis Donaldo Colosio ya eran clientelares, ahora lo son más.
Y no sólo la administración federal o la estatal aprovechan la influencia que se puede tener hacia quienes reciben dinero u otros beneficios por su condición de pobres. También los ayuntamientos han buscado sacarle mucho beneficio al asunto cuando llega el momento de ir a las urnas.
Del enraizamiento que haya logrado Castañeda entre la gente receptora de esos programas dependerá su próximo retorno a la escena pública -si es que no se alejó, porque les digo que no conozco su situación actual- y quizá hasta en la búsqueda de un cargo de elección popular. Aunque en realidad eso no es garantía de nada, como lo sabe Juan Salgado Brito, que también fue delegado de esa dependencia y tuvo a su alcance el manejo de sus cuantiosos recursos encaminados a combatir la pobreza.
El tiempo, justiciero y buen amigo (no es frase mía) nos dirá hasta dónde llegará.
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