Ojalá sea el comienzo
Primero ofrezco una disculpa a mis lectores de La Unión de Morelos, por no escribir ayer. Mis obligaciones editoriales consumieron mi tiempo. Reitero mi disculpa.
Por otro lado ha sido Javier Sicilia, en el inmenso dolor de la pérdida de un hijo, quien ha dicho lo que tantos han querido decir: que las autoridades deben cumplir con su deber.
Tantos años de omisiones, de hacer apenas el mínimo esfuerzo o a veces ni siquiera eso, nos han cobrado una factura de un costo que ni siquiera imaginamos.
La naturaleza odia los espacios vacíos. Por eso, el inmenso hueco que dejaron quienes gobiernan ha sido llenado con creces por los delincuentes, que por supuesto no quieren perder lo que consideran ya muy suyo.
Y no sólo son responsables, como dice Sicilia, quienes ejercen el control de las instituciones desde los Poderes Ejecutivos, sino los legisladores, los políticos en general y todos aquellos que dicen vivir para buscar el beneficio de los ciudadanos pero sólo han logrado su propio bienestar y el de los suyos.
La riqueza que hoy ostentan priistas, panistas y perredistas -que hace unos años no tenían- no surgió de la nada. Es el dinero que le quitaron a cada uno de nosotros.
Por eso no alcanza para pagar bien a los policías, que se dejan sobornar por quienes les completan la quincena. La pérdida de compromisos sociales luego de décadas interminables de promover la individualidad por encima de lo colectivo nos ha hecho lo que somos. Y nos da miedo ver ese retrato, pero allí estamos: seres dóciles, siempre dispuestos a divertirnos pero lejos de cualquier compromiso, ignorantes, sin siquiera habilidad para leer y de esa forma tener acceso a otras opiniones que no sean los que llegan por televisión, irresponsables, derrochados, faltos de previsión y, sobre todo y dolorosamente, cobardes.
Ahora que la autoridad quieren justificar la muerte del hijo de Javier Sicilia con unos supuestos nexos con el crimen organizado (que deben probarse) quienes propagan la versión olvidan que en México no existe la pena de muerte en ninguna de sus formas y que por lo mismo matar alguien, quien sea, es un delito y no un pretexto para no investigar.
En fin, hay un antes y un después. O por lo menos debe haberlo. Lo mismo para quienes gobiernan que para quienes se supuestamente son gobernados.
0 Comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal