jueves, marzo 31, 2011

Un antes…

Hay una película de buena calidad, norteamericana que se llama Bajo fuego (Under Fire, en su versión original, si mal no recuerdo) que trata el tema de los últimos días de la guerra civil en Nicaragua y la caída de Anastasio Somoza.


Narra la historia de tres periodistas en el contexto de esa guerra (por cierto, una parte de la película fue filmada en Cuernavaca) en la que el protagonista (Nick Nolte) es un fotógrafo que en el momento culminante de la cinta capta como el Ejército del dictador mata a su colega, protagonizado por Gene Hackman y debe huir para salvar su vida. Hay una persecución cuyo escenario real fue la colonia La Estación de la capital morelense.
El fotógrafo se salva y sus imágenes le dan la vuelta al mundo, lo que hace que el gobierno norteamericano le retire el apoyo a Somoza por haber matado a un gringo. Gracias a eso los sandinistas triunfan, de acuerdo al guión de la película, basada en un hecho real.
En una de las escenas finales, una “nicaragüense” le dice a la viuda del periodista asesinado (interpretada por Joanna Cassidy) algo así como “de haber sabido que matando a un norteamericano dejaban de ayudar a Somoza, debimos haber matado a uno antes”. Palabras más, palabras menos.
Esa terrible cita debe resonar ahora en más de un par de orejas aquí en Morelos. Son cientos (así como dije, cientos) las madres que han perdido a sus hijos en estos dos últimos años de guerra contra el narco en Morelos.
Un porcentaje desconocido pero se supone que elevado tenía algún tipo de nexos con la delincuencia organizada. No todos. Pero los que eran ajenos y murieron fueron calificados igual que el resto.
Hoy, por los terribles acontecimientos del lunes pasado, las autoridades por fin han decidido hacer la investigación (con medios locales) de uno de esos tantos crímenes que antes quedaban olvidados en cuanto llegaba la siguiente matanza.
Es terrible que haya sido Javier Sicilia el que comprobara lo que siempre se ha sabido: que la pluma es más poderosa que la espada. Se tarda, pero surte efecto.
Lamento tanto lo que le ha pasado. Nunca recuperará lo perdido. El sacrificio de su vástago fue en vano, para fines puramente del amor que le tienen los suyos. Pero no ha sido en vano para el resto de sus congéneres.
Hoy se sabe que ese tipo de crímenes sí se puede investigar. De allí en adelante será difícil no democratizar la procuración de la justicia. Hay –dolorosamente- un antes y un después.
En verdad lo  lamento, porque nunca debió haber habido ese “antes”, para que no hubiera un “después” como el que hay ahora.

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