Lo que produce nauseas
Resulta que, por tragón, el Pingo se enfermó ayer de la panza. El pobre animal estaba todo pálido y tembloroso y por poquito y pierde la compostura. Todo fue por cusco, pues le dio por husmear en el bote de la basura, donde encontró algo pero rápido tuvo su penitencia.
Pero tan circunspecto como es, trató de simular que no hizo algo incorrecto y atribuyó sus malestares (mareos y ascos) a que se le ocurrió ver en la televisión las noticias del proceso electoral en 14 estados del país.
Asegura que a cualquiera se le revuelve el estómago al comprobar que fueron elecciones en que todos los bandos recurrieron al acarreo de votos, el uso de recursos públicos, las amenazas y la manipulación.
Afirma que la voluntad ciudadana ya no cuenta y que a pesar de que supuestamente existen mecanismos de control, estos no se usan, y quienes deberían ser llamados delincuentes electorales ni siquiera llegan a eso, porque nadie los persigue y su impunidad es casi absoluta.
No porque no sean delincuentes.
En la explicación de sus problemas gástricos, el Pingo dijo que quienes fueron detenidos cuando realizaban actividades irregulares cayeron por pe... nsar que nadie se daría cuenta de lo que hacían y habían adoptado métodos muy descarados, no porque la autoridad estuviera precisamente a la caza de irregularidades.
Y finalizó su explicación (se le olvidó que explicación no pedida culpabilidad manifiesta) con el argumento de que el estómago se le descompuso luego de ver todas esas cochinadas, nunca por comer lo que no debe.
Así es de triste el nivel de la democracia en México. Sirve hasta para justificar los malos pasos del Pingo, que no se caracteriza precisamente por ser bueno.
Mañana, si el tiempo lo permite, les contaré lo que piensa la iguana verde -que ya reapareció- del proceso electoral.
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