En guerra
El asesinato de Rodolfo Torre Cantú, candidato a gobernador de Tamaulipas (el domingo son las elecciones) marca un antes y un después en la lucha contra el crimen organizado.
La guerra sin fusil que emprendió el gobierno federal afectó a grandes núcleos de la población, pero la cosa no pasó a mayores porque se justificaron los "daños colaterales" (las muertes de civiles inocentes) en la necesidad de "hacer algo".
Pero algo tan grave como una guerra debe hacerse bien o no hacerse.
El problema es que a los panistas no se les da la lectura que no sea de Carlos Cuauhtémoc Sánchez y entonces Sun Tzu o Maquiavelo están lejos de su alcance, por no citar a otros autores.
Pero ayer el frágil equilibrio que todavía sustentaba las tesis oficiales se ha roto y ya no tiene justificación la montaña de pretextos usada siempre para explicar lo inexplicable.
Es necesario por el bien de este país que se redefina esa estrategia bélica, que se diga con exactitud quiénes son los enemigos, que se persigue como objetivo final y cuáles son los recursos que hacen falta para tener éxito, para que toda la sociedad lo sepa.
Por lo menos así se darán menos palos de ciego.
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