Anormal normalidad
Ayer fue para los vecinos de Cuernavaca otra jornada de caos normalizado. Protestas de comerciantes acabaron con la poca fluidez del tráfico en el primer cuadro mientras la volcadura de una pipa afectó la vialidad en la zona de Plan de Ayala al menos un par de horas.
Como “sólo” fue una manifestación, ni quien diga nada.
Los ciudadanos nos hemos acostumbrado a esa forma de vivir y ya ni siquiera le damos importancia.
De la misma forma vemos habitual que un día y otro aparezcan cadáveres por aquí y por allá. Si acaso nos limitamos a decir que algo hicieron. Creemos que las corruptelas que hoy se denuncian de fulano de tal son iguales, menores o peores que las de zutano.
O vemos con indiferencia cuando funcionarios, políticos o candidatos a algo hablen de los problemas sociales que nos quejan y dicen siempre lo mismo. Sabemos la clase de moral de Fidel Demédicis, de Graco Ramírez, de Víctor Saucedo (por citar tres ejemplos al azar) y no nos escandalizamos de que en nuestro nombre consigan una y otra vez sólo ventajas personales y hagan casi nada de interés público.
Y eso sin contar con los excesos en el combate al delito, en la que pocas veces agarran a alguien que sea verdaderamente peligroso para la sociedad. La anormalidad en la que vivimos se ha convertido en nuestra normalidad pero no creo que esa percepción sea normal. Aunque sí seguimos así, tan acostumbrados, sí lo será, hasta que sea demasiado tarde.
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