Atentado a la modernidad
Pese a que en las ciudades más modernas del mundo se promociona el uso de la bicicleta como uniforma de transporte ideal por económica y no contaminante, me sorprendió descubrir que en la antes avanzada urbe que me vio nacer hace unos añitos ha habido un notable retroceso.
Lo noté cuando caminaba por la calle principal de Jojutla y de repente un ciclista casi se tuvo que subir a la banqueta para evitar que un auto con prisa lo atropellara.
Un autobús tapaba casi carril y medio y el auto de referencia decidió usar –“el golpe avisa” parecía su lema- el espacio por el que éste ciclista circulaba. Apenas le dio tiempo de quedar pegadito a la guarnición al hombre en dos ruedas, algo impensable hasta hace pocos años, ya que Jojutla siempre ha sido orgullosamente un pueblo bicicletero, porque sus habitantes sabíamos desde hace décadas que eso era ser de vanguardia. Los chilangos (palabra ya usada como gentilicio unánimemente reconocido) tuvieron que esperar hasta casi la segunda década de éste siglo, cuando Marcelo Ebrard modernizaría a la ciudad de México con dicha práctica.
Pero les decía, los políticos corruptos que han gobernado en los últimos trienios le han quitado a esa ciudad alguna vez ejemplar (Jojutla) hasta su sello de identidad. Mis paisanos han creído ingenuamente que la participación política consiste sólo en ir a votar cada tres años y allí se acaba todo. Por eso han pasado cosas como las que aquí relato. Y en otros sitios ha sido peor aún.
Dejarnos ya no es una buena idea. Los caminos que nos permiten la ley están sin usar, casi nuevecito, pero ya es tiempo de recorrerlos.
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