Podría ser una pesadilla
Normalmente mis noches son muy cortas y mis días largos, por lo que rara vez desaprovecho el poquito tiempo que tengo para dormir. No hay pesadilla que me inquiete, por lo que les puedo decir que el relato que sigue no es un mal sueño:
Camino por una calle muy transitada y de repente me llama la atención que a la derecha, en el quicio de un negocio, hay un enfermo mental sentado entre cartones y bolsas de plástico que habla solo y parece reclamarle a la gente que transita por allí, aunque en realidad observo que no molesta a nadie. Esta sentado y lo único que hace es manotear con su mejor amigo invisible.
Pienso que por si acaso mejor me cambio de banqueta y eludo el problema, como hace todo aquel que logra verlo desde lejos. Al otro día es lo mismo y al siguiente, porque el señor es parte del paisaje.
Por aquellas cosas raras de la vida de repente me debo quedar quieto ceca de allí y sin nada mejor que hacer observo a ese señor que -me percato- nunca se para, siempre está en la misma posición. Pero mientras lo veo -desde la banqueta de enfrenta, pero con toda claridad, hace un movimiento como si se fuera a parar pero no lo hace, sólo pone al descubierto sus piernas, una de las cuales no tiene pies y la otra con unos cuantos dedos.
No tiene muletas o algo que le ayude a caminar y la extremidad sin pie se ve sucia del muñón.
El hombre sólo tiene una botella de agua, no se ven restos de comida, pero indudablemente el señor allí vive y esa arteria donde se puede presenciar el triste espectáculo es el bulevard Benito Juárez de Cuernavaca, a pocos metros de su cruce con Abasolo.
La doble combinación de su infortunio (sus problemas mentales y sus extremidades incompletas) lo han dejado allí.
Sería una buena descripción de una pesadilla, pero es la vida real. Cualquier de ustedes pueden verlo y pensar lo que quieran, menos que tratamos a nuestros prójimos con humanidad.
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