La iguana verde que habita en la casa de ustedes -y que tiene como deporte favorito comerse las flores de mis plantas- se ha mostrado extrañada de que pese a tanta actividad política dentro del PRI no haya tenido voz (menos voto) a pesar de que ya se sabe que ella es experta en esa gente –se refiere a los que buscan un hueso en el PRI- porque son de la misma familia dentro de la clasificación del reino animal: pertenecen a la clase de las trepadoras.
En sentido estricto, la iguana es de la familia de los reptiles, pero ella busca de esa manera justificar su erudita participación en esta columna.
Ya entrados en materia, dijo que uno de los colores del PRI forma parte de su ser (el verde) lo que le ayuda a ponerse en la piel de esa gente que hoy ha olvidado –una vez más- los principios, los valores, la decencia y hasta la honra con tal de figurar en la competencia por el manejo del dinero en ese partido que quiere reverdecer.
Pues explicadas sus razones, le digo a la famosa iguana, rival dialéctico del Pingo (el perro que en la casa de ustedes se siente el amo y aparte tiene aires de politólogo) que no hay mucho espacio para su disertación, pero ella no desiste y asegura que su elevado pensamiento quedará resumido en apenas unos renglones, para gloria del entendimiento iguanil y humano: los priistas lo único que quieren es quitarse la oxidación que padecen desde hace años. Sólo quieren hacer ejercicio y practicar sus malas artes, para tenerlas frescas y ensayadas en el 2012. Gane quien gane –dice- las cosas seguirán igual, porque todo es un show y luego del 7 el presidente estatal de ese partido seguirá de adorno.
Dice que ella, como trepadora, lo sabe muy bien y que no se puede equivocar a la hora de juzgar a sus iguales (aquí ya no sé si habla de trepadores o de reptiles o de ambos).¿Será?
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