A la nota roja
El Instituto Federal Electoral trata de remontar la mala imagen que se creó a raíz de la forma en que operó la elección del 2009, donde fue evidente la falta de imparcialidad de un órgano que por fuerza debería ser imparcial todo el tiempo.
Los mexicanos ya no tienen a quien creerle, lo que ha favorecido la proliferación de encuestas y sondeos que no se ponen de acuerdo, al grado de llegar a ser opuestos a la hora de analizar el mismo fenómeno.
Hoy estamos inmersos (es un decir, porque en realidad poca gente se interesa por el proceso interno del PRI) en un enfrentamiento donde las cifras han sustituido a las propuestas, las promesas y a la ideología.
Por los candidatos hablan sus estimaciones de votos atrapados con vistas a le elección del 7 de noviembre, pero no hay discursos coherentes con lo que afirman quieren hacer con el PRI, un partido que nunca lo fue, pues sólo era la agencia de ganar elecciones del gobierno en turno, hasta que llegó Fox y el foxismo y nos trajo la desgracia del estradismo, entre otros males.
Pero hablaba del PRI, que en la década pasada vio como una parte de la militancia llegaba al extremo de cerrar con piedra y cemento la entrada principal, con una cadena de anécdotas por la disputa de la representación oficial que movería a risa si no fuera tan trágico,
Por tener el control de la chequera hubo más de un enfrentamiento, tal y como parece que veremos de nuevo, una vez que se disperse el humo y el fuego de la batalla más llamativa, la del acarreo (en este caso palabra equivalente a votación) del 7 de noviembre.
Por lo menos las secciones policiacas de los periódicos tendrán novedades. Por cierto, los "guerreros con ángel" que el PRD promociona en anuncios espectaculares deben ser cosas horrorosas, porque no se atreven a mostrarlos en público. Sólo hablan de ellos.
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