Ciego de los ojos
La casa de ustedes es sui géneris: Pingo, el perro de la familia -él asume que es dueño de esa familia, o amo- con ansias de politólogo; la iguana verde que se pone a filosofar mientras se come mis flores y el Canito, un perro salchicha compañero de Pingo, que bien podría ser árbitro de futbol, porque además de llevar siempre puesto su uniforme negro está ciego. Y de los ojos.
Y de es él precisamente quien reclama un espacio con sus temerarias afirmaciones en el sentido de que el gobierno federal ha hecho lo necesario para meter en cintura al narco, mejorar la calidad de la educación, dar cobertura de salud a toda la población, modernizar la estructura de gobierno, dar el salto tecnológico en materia de telecomunicaciones y no sé cuantas cosas más.
El animal -nunca mejor dicho, porque es perro- habló maravillas del cuarto informe de gobierno.
Al final he decidido perdonarlo, porque ya dije que está ciego. Sólo así puede percibir el mundo de esa manera.
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