De convicciones
Como los escasos lectores pueden comprobar, en los últimos días parece que he perdido la inspiración. Quizá sea el terrible calor de Cuernavaca -no olvide que soy de clima frío (de Jojutla) y eso puede afectar- o la exclusión de tanto invitado a esta columna (Pingo, la iguana verde y canito) o de que en la política local ocurren todos los días dramas de cada vez menor categoría.
Como la mini historia del "hijo pródigo" escenificada en 72 horas por Rufo Antonio Villegas (paisano mío, lo admito, porque no todo es perfección en Jojutla) con el agravante de que tal hijo... pródigo ni un sólo instante abandonó el hogar paterno.
O la huelga de hambre o ayuno o como le quiera llamar de mi otro paisano Juan Ángel Flores Bustamante, en apoyo de los electricistas despedidos pero más simbólica que real, lo que le quita a ese instrumento (el ayuno) su carácter de seriedad.
Pocas cosas hay de trascendencia. El Congreso local es un sitio donde lo único seguro es la curul, porque es de elección popular, pero los cargos derivados de ese nombramiento no tienen certeza de nada.
Tan se puede ser hoy lo máximo como mañana lo mínimo.
Mejor invito a que filosofe aquí la iguana verde que en la casa de ustedes tiene un propósito muy claro en la vida: comerse mis flores.
Por lo menos no puede haber sorpresas en su conducta, ni dobleces ni hipocresías. No cambiará de partido, ni siquiera de equipo de futbol. La iguana verde siempre será la iguana verde. Si acaso se pondrá más gorda con todo lo que se come de mi exiguo jardín. Pero eso no afecta sus convicciones ni sus principios, algo que no se puede decir -asegura ella- de la fauna política morelense, donde medran desde los arriba señalados hasta el "demócrata" Fidel Demédicis, el recto y justo Graco Ramírez o los incólumes (lo invito a revisar el diccionario) priistas de siempre, por citar algunos ejemplos.
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